viernes, 20 de junio de 2008

Chez Lillas Pastia: El canon

Con la venia, míster Vayón.

Que digo yo que esta cosa del canon es como la gabela esa de los aviones, que te cobran la comida (o lo que sea) por si acaso se te ocurre probarla, algunos pican, que los he visto yo. Porque eso de progreso para todos cargando impuestos al mismísimo progreso para beneficiar a una grey de luddistas decimonónicos no me dirá que no tiene gracia. Y es que el cuento es muy viejo, el ser humano es por naturaleza conservador y la máquina siempre ha sido sospechosa, figúrese que los amanuenses del siglo XV hubieran querido cobrar por cada imprenta que se instalaba por entonces en Europa (porque los amanuenses no tuvieron a su teddy bear, que si no, nos iluminaríamos todavía con teas paleolíticas, los vendedores de grasa de bisonte colgando de un manzano a Thomas Alva Edison, me parece estar viéndolo). Sí, sí, ya sé que ellos tienen la coartada del artisteo, que la sociedad se derrumba y todo eso si Lucía Etxebarría o los Mojinos Escozíos dejan de producir sus obras, ciegos nos quedaríamos todos, como en la metáfora aquella de Saramago, si de repente perdiéramos la luz que nos guía, el ballet de Giorgio Aresu, las novelas de Matilde Asensi, las series de Emilio Aragón, qué catástrofe... Figúrese que se piensan que las grabaciones sonoras han existido siempre y que el cine lo mismo, y que no se puede vivir de otra forma, que arte y derecho de autor es todo la misma cosa y que las relaciones entre los creadores y las sociedades han sido siempre las mismas. Que mal acostumbrados los tenemos, los hemos convertido en nuestros brujos y ahora nos recetan soltar el ancla y pagar, que ya ellos se encargan de nuestra felicidad... Si por lo menos hubieran leído a Benjamin... Disculpe esta tocada de pelotas, míster Vayón, que ya sé que usted vive de la cosa esta de que haya discos que comentar y tal y tal, pero es que si no lo suelto, reviento, y además seguro que otra cosa le saldrá, que usted lo vale.

Monsieur Pastia

1 comentario:

Pablo J. Vayón dijo...

Mesié, déjelo estar, que con las cosas de comer no se juega... Y, sobre todo, por favor por favor por favor, no me sea cenizo.