lunes, 30 de marzo de 2009

El arte del canto

Carlos Mena con Speculum en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla (© Carlos Tarín)
SPECULUM

XXVI Festival de Música Antigua – Femàs’09. Componentes:
Ernesto Schmied, flautas; Carles Fibla, violín; Alfredo Barrales, viola da gamba; Juan Carlos de Múlder, archilaúd; Alberto Martínez Molina, clave y órgano. Solista: Carlos Mena, contratenor. Director: Ernesto Schmied. Programa: Orpheus Britannicus (obras de Purcell, Dowland, Locke, W. Lawes, Johnson, Hilton, Bevin y anónimos ingleses). Lugar: Monasterio de la Cartuja. Fecha: Domingo 29 de marzo. Aforo: Lleno

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EL ARTE DEL CANTO

Este año se ha optado por el uso de la capilla pequeña del Monasterio de la Cartuja, un lugar más acogedor y con mejor acústica que el desangelado y frío de la iglesia, aunque una personalidad como la de Carlos Mena habría merecido un espacio más amplio, no tanto por él, pues su estatus y su grandeza hacen ya innecesarios los halagos de nadie, sino por haber dado a muchos más aficionados la oportunidad de disfrutar con el arte de uno de los mayores contratenores de nuestro tiempo.

Con esa forma inconfundible de decir y de respirar la música, en la que cada sílaba, cada inflexión importan, con la belleza inefable de su timbre, el control de todos los resortes técnicos que exige el canto entendido como manifestación artística, la solidez de un registro grave extraordinario, la uniformidad sin mácula del color, la sutileza de la ornamentación, siempre en equilibrio perfecto entre el buen gusto y la necesaria variedad, el cantante vitoriano conquistó a la audiencia con su Purcell teatral y exuberante, con su Dowland elegante y de terciopelo (maravilloso Flow my tears, sin enfatizar innecesariamente la melancolía que emana de la música con sólo decirla con estilo). Fue con mucho lo mejor de la mañana.

El conjunto Speculum está claramente marcado por la personalidad de su director, el flautista argentino afincado en España desde hace muchos años Ernesto Schmied. La presencia permanente de las flautas dulces, instrumentos limitados en el aspecto dinámico, hizo que el paseo por sonatas, danzas, preludios de los maestros ingleses resultara demasiado lineal y poco variado. Aun partiendo de un equipo de considerable altura (magnífico como siempre Alberto Martínez Molina en clave y órgano), las piezas puramente instrumentales sonaron algo rígidas, faltas de pujanza en los acentos, una mayor exuberancia ornamental y una más intensa robustez en el registro grave.

[Publicado en Diario de Sevilla el lunes 30 de marzo de 2009]

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