domingo, 18 de octubre de 2009

Gracias por el chocolate

Cartel anunciador de Gracias por el chocolate de Claude Chabrol
En la amplísima e irregular filmografía de Claude Chabrol hay algunas constantes que hacen que sus películas se vean siempre con el conmutador de la incredulidad encendido. Más vale no fiarse de las apariencias, desconfiar de los ambientes idílicos, dudar de la intrascendencia del más trivial de los diálogos, desdeñar las justificaciones simplistas y mirar a los personajes con la distancia que aplicaría un entomólogo en su terrario. Lo inquietante en los trabajos de Chabrol es más lo que no se ve, lo que no se dice, pero está ahí, subyace (y el espectador lo intuye) hasta condicionar la propia estructura de la película. Hay quien ve en ello rastros hitchcockianos, muy evidentes en algunos casos; sin embargo, a mí me recuerda más a menudo el tipo de escritura que Cortázar utilizaba para sus cuentos, si bien Cortázar solía desasosegar al lector dejando en el aire todos los hilos abiertos, mientras que el cine de Chabrol suele conducir a un final claro y definido, que quizá el espectador intuía (o incluso conocía), sin que por ello la resolución rompa el misterio de lo narrado. Es un poco también como lo que hizo García Márquez en Crónica de una muerte anunciada: desde la primera línea todos sabemos que Santiago Nasar va a morir y eso no resta ni un ápice de interés a la novela.

En cierta medida Chabrol se relaciona también con Michael Haneke, aunque eludiendo desde luego la crudeza del director austriaco, capaz de crear climas aterradores, insoportables emocionalmente para muchos. Sin embargo, son los mismos ambientes domésticos, las mismas fachadas relucientes que ocultan interiores semiderruidos, el mismo juego de realidades paralelas, aunque en Haneke emerjan de forma mucho más explícita, siniestra y angustiosa. Otros elementos relacionan a los dos cineastas, como la presencia de Isabelle Huppert, una de las musas de Chabrol, en una de las películas más abrasivas e inquietantes de Haneke. Curiosamente, Merci pour le chocolat también va de pianistas, de fascinación por la juventud, de historias triviales que ocultan situaciones amenazadoras, y en ella Huppert vuelve a hacer un trabajo excepcional como la mujer manipuladora, poderosa, mítica, que domina el film con su perturbadora y magnética presencia desde el primero hasta el último plano.



FICHA TÉCNICA

Título original: Merci pour le chocolat (Gracias por el chocolate)
Año de producción: 2000
Duración: 99 minutos

Director: Claude Chabrol
Guión: Claude Chabrol y Caroline Eliacheff sobre una novela de Charlotte Armstrong
Diseño de producción: Ivan Niclass
Fotografía: Renato Berta
Vestuario: Elisabeth Tavernier
Música: Matthieu Chabrol

Reparto:
Isabelle Huppert (Marie-Claire Mika Muller)
Jacques Dutronc (André Polonski)
Anna Mouglalis (Jeanne Pollet)
Rodolphe Pauly (Guillaume Polonski)
Brigitte Catillon (Louise Pollet)
Michel Robin (Dufreigne)
Mathieu Simonet (Axel)
Sybille Blanc (Nathalie)
Isolde Barth (Pauline)

[En IMDb. En Metacritic. En Metromix. En La Patá. En The Guardian. Para Roger Ebert. Claude Chabrol en Senses of cinema]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Huppert, qué monstruo admirable, es magnética; Chabrol le debe mucho... En cambio ya ves, La Pianista de Haneke (y mira que me gusta el cine de Haneke) me pareció una pálida caricatura de la novela aterradora de Jelinek.
Beso con tarta y vela, querido.

Pablo J. Vayón dijo...

Yo es que a Jelinek no la he leído... La película me gustó mucho... Graciassss.